VERONA, la recompensa por las cosas hechas con pasión


Exito merecido, pero merecido de verdad.

La Ley De Mantua volvió a salir triunfal de un reto complicado: llevar su espectáculo de Danza y Rock Acústico, Verona, a un gran teatro, vencer y convencer...

La primera sorpresa fue comprobar que la asistencia de público había triplicado expectativas, algo que no es sencillo hoy en día, con saturación de conciertos y eventos similares en Madrid y con el Barcelona - Sevilla, final de La Copa Del Rey, difundiéndose simultáneamente por televisión en abierto.

La segunda fue comprobar el excelso trabajo que la banda ha preparado en estos últimos meses junto a un elenco de bailarines y colaboradores de primer nivel, entre los que se encontraron el guitarrista Carlos Mora, Rocío, cantante de Versilia o Alberto, bajista de Diario Perro.



La tercera sorpresa fue disfrutar de lo fluido que resulta mezclar rock acústico con un equipo de bailarines inmejorables (Ciro Ortín Soriano y Ana Belén Sanz), capitaneados por la coreografía y también bailarina, Ana del Rey y que resultaron tan intensos y emocionantes, que su fuerza consiguió traspasar las tablas del Teatro Sanpol y calar en los corazones de todos los asistentes. 

Hay que decir que las canciones de La Ley de Mantua en formato acústico, cambian mucho. Al desnudarse, se aprecia mejor su fisonomía perfecta, esa que igual no queda del todo clara entre distorsiones y que emociona ante un desabrigo tan honesto y emocional. 

Estas canciones son puro sentimiento, hechas para conmover y con un punto de dramatismo honesto que ensalza todavía más la  afectividad principal que las avala. Alex Mantua supo llegar al público con su voz poderosa y su interpretación deshinibida, la cual pide a gritos un hueco en el siempre complicado mundo del espectáculo. Cualidades no le faltan.


Este evento servía para despedir a Ivan Mantua, ya que por razones profesionales debe abandonar el proyecto. Esto se tradujo en una unánime ovación por parte del respetable, que duró varios minutos y que consiguió emocionar a todos los presentes.

La ambientación de la obra estuvo muy trabajada, puede decirse que casi hasta un punto obsesivo y eso se notó en la calidez de su desarrollo. Muy cuidada la base rítmica de Nacho Mantua y Sergio Mantua, que sonó mejor que nunca.


Es muy complicado poder detallar momentos específicos de esta magnífica experiencia sensorial, porque la huella de solemnidad que quedó impresa sobre las tablas del Sanpol, se manifestó a través del total del minutaje de la representación, algo en lo que a la salida de la obra todo el mundo comentaba: Verona duró poco, resultó fugaz, nos dejó con ganas de más...

Porque al final es una historia de amor y el amor es lo que mueve el mundo. Amor por la música, amor entre las personas y amor interior por todos y cada uno de los músicos y artistas que hubo sobre el escenario. Enhorabuena.

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